viernes, 22 de diciembre de 2017

SILLON WINGBACK DE TOM DIXON.



Dixon, su Wingback y sus luces.




El legendario Wingchair de Featherston.


      La pieza de Dixon me recuerda al Wingchair de Grant Featherston. Orejeros altos, de cinturas estrechas, de asientos contenidos y de volúmenes en descenso hacia las patas cónicas. El australiano que tanto me ha inspirado usó una cruceta, Dixon opta por unas patas sencillas ancladas directamente al armazón. Entre ambos modelos hay unas cuantas décadas de distancia, pero los dos comparten la audacia y el aire retro, de hecho el diseño de Featherston data de los años 50, mientras que el orejero de Dixon es reciente, del año 2014, aunque es capaz de amalgamar ese estilo de sillón Mid Century en cuanto a las líneas de diseño con la modernidad de un tapizado liso, tenso, sin botones, sin capitones, sin cojines y así tapizado a mi replica del Wingback.
    Hoy en día Tom Dixon es un referente fundamental en el mundo del diseño y de la decoración, parece no tener limites a la hora de concebir a diseñar, a la hora de mezclar disciplinas como la ingeniería con la arquitectura, de hecho, en una ocasión respondió que mas que admirar a diseñadores de culto, se sentía inspirado por ingenieros y es que en muchas ocasiones las obras de ingeniería son verdaderas obras de arte, por eso Tom Dixon es el único diseñador que es capaz de mostrar el armazón de su Wingback, sin tapizar, sin deconstruir, tan solo cinchado con yute.


Piezas originales de Dixon.
   Observo mi armazón y sonrió satisfecho, creo que he logrado captar la idea del diseñador nacido en Túnez pero afincado en Inglaterra. Un hombre despierto y vivaz que empezó a desarrollar su capacidad creativa con el metal, reciclando piezas, soldándolas, batiéndolas... a ritmo de bajo, tocaba en una banda mientras en su cerebro bullían las ideas, las formas, las posibilidades.
 
                                                             
 
 


   Yo también muestro mis armazones, es lo único que hago y me gusta enseñar esta réplica, me gusta como serpentea la oreja  buscando la cintura, fusionándose con ella, integrándose en un respaldo estrecho, aparentemente frágil pero firme y fiable... y es que cuando te inspiras en genios como Dixon, Featherston o Juhl descubres caminos que elevan el espíritu y los ánimos, por cierto, creo que a Arnold también le gusta la replica del Wingback.
  
   
   

viernes, 8 de diciembre de 2017

LA CASA DE SU VIDA.


                                                                                      

 
Ese bargueño lleva ahí desde siempre -comenta Nando- y es capaz de guardar secretos mejor que cualquier persona de fiar... lo que te decía, siempre lo he conocido ahí...y el lo sabe todo de mi.
     -Pedro acabo de venir de Copenhague y quiero un Papa Bear para la casa de Oliva.. ah y también he estado en el museo del diseño de Vitra... habrías flipado.
   Nando Perez es de todo menos vulgar o simple, es un enamorado del buen diseño, de lo exquisito, de lo hermoso.
   Heredó la casa de sus padres, la casa de su vida. Una vivienda centenaria en Oliva que ha reformado, tal vez para sentirla mas suya, para proyectarla hacia su propio futuro como hijo, como hombre que ya encara la vida sin sus padres pero sin olvidarlos. Las reformas no borran las esencias de las vidas vividas en ellas y con tan solo echar una mirada a la mesilla de noche del dormitorio de sus padres uno parece sentir la presencia, aun sin haberlos conocidos, de ellos.

 


 
 
 
     La mesilla labrada, el cabecero, los armarios, todo lleva el sello de Mariano García, las piezas del conocido mueblista valenciano se reparten por toda la vivienda, pero se mezclan con alguna grata sorpresa, como la pareja de sillas de Ventura Feliú, con su chambrana en forma de lazo.
 
 
 
 
 
     A contraluz las Feliú aparecen sinuosas y elegantes sobre el mosaico de un suelo que se extiende por toda la casa. Pero los hallazgos se van sucediendo y el descansillo del mismo piso aparece un pequeño tresillo firmado de nuevo por Mariano García, pero con claras influencias danesas, o eso creo ver.
 
 
 
 
  Las pequeñas patas despuntadas como único guiño a la madera vista y con los reposabrazos tímidos, apenas proyectados a diferencia del recién llegado Papa Bear, que se muestra desnudo y masculino, sin miedo a los altos techos atravesados por la viguería de mobila, sin miedo a su nuevo hogar, sin miedo a la soledad, en el fondo sabe que en la casa hay alguien con quien  compartir el origen de su propia vida, realmente no es un desconocido absoluto en la casa. Incluso el propio Nando parece preguntarle ¿estas bien aquí...?
 

 
 
 
 
   Y en un precioso terciopelo, los R-160 Classic observan los quehaceres de Nando en la cocina, pero descansando en otro ambiente, bajo la escalera que conduce a la habitación de la música.
 
 


 
 
     El Papa Bear responde con una sonrisa y lo conducimos hacia la habitación donde se instalará cuando Paco Iborra lo tapice. El especial Bear, hecho de pino de las Landas  y de nogal americano, observa las esferas que penden de las vigas, Nando afirma con la cabeza, le fascinan las lámparas, le encanta sentir la luz y los efectos sutiles de las sombras proyectadas,
 
 
 
 

 
 
   Si, creo que si, que nuestra replica del icono de Wegner estará bien en esta casa, lejos de los fríos del norte, a orillas del mediterráneo y rodeado de pequeños objetos que Nando se trae de cada visita que hace al museo de Vitra, aunque pese a todo, la casa le sigue recordando quien es, el hijo de unos padres que siguen ahí en su memoria, en los retratos, en esos muebles que se impregnaron de sus propias vidas, en los muros que guardan todas las conversaciones y que ahora escuchan otras, las nuestras, las de Nando, las de sus amigos, las de sus nuevos muebles.