La "Solo Café" alza sus reposabrazos y los recurva en una invitación a sentarse en ella, en un gesto que te incita a confiar en la acusada inclinación de su respaldo bajo pero cómodo, suficientemente envolvente como para facilitar el descanso mientras se saborea un café y se observa , mientras se aspira el aroma del torrefacto y se avivan los sentidos.
- Dicen los expertos que precisamente el café torrefacto es el peor de todos los cafés..., pues se tuesta con azúcar
- Lo se -admite el esqueletero sonriendo- pero es el que me gusta y el que me trae buenos recuerdos..., además solo bebo mi café, el que hago en una Oroley auténtica -sigue confesando el esqueletero.
Las dos "Solo Café" escuchan la entrevista imaginaria del esqueletero y del observador... que en realidad son la misma persona, la única que habita en el viejo taller de esqueletaje.
- Está diseñada para ocupar poco espacio, para poder poblar con ellas en los bares de los hoteles, en los salones de los restaurantes y en las terrazas de las casas rurales... y para pedir una segunda taza de café, para sentir nostalgia de la pequeña butaca cuando los posos llenan la taza y hay que levantarse y reencontrarse con la realidad, con el peso de cuerpo sobre los huesos, con la barahúnda de la ciudad cuando se vuelve de las vacaciones, cuando la realidad te abruma mientras te alejas de la "Solo Café",
con el sabor aun en tu garganta y con la sensación de que sentado en ella, la
vida tenia otro sentido.
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