Deseaba llegar a este capitulo de "La decoradora", titulado "The Showroom", porque sabia que de ser capaz de escribir hasta aquí, podría terminar esta novela, aunque desde luego el trabajo de pico y pala no ha cesado y aún queda bastante trecho por escribir, pero a uno se le pone una sonrisilla en la cara muy gustosa.
Fragmento del capitulo X "The Showroom".
- Joder…, pero qué coño – murmuró la
decoradora, apoyándose en la barandilla de hierro y alargando el cuello hacia
la vivienda que descubrió tras las dociles ramas de unos eucaliptos crecidos frente
a ella. Un hombre, vestido con vaqueros acampanados y con un jersey de
lana de cuello alto color crema, barría la hojarasca del césped, pero tenía
especial cuidado en no tocar las avecillas negras que permanecían sobre la
hierba con las cabezas estiradas, elegantes, altivas…, incluso dejó el
rastrillo y se agachó frente a una de ellas para limpiar el plumaje negro con
un trapo.- no puede ser, no puede ser –repitió Sara observando de nuevo aquella
vivienda de cristal, aquellos rectángulos que se cruzaban uno sobre el otro y
que se apoyaban en vigas de madera que sobresalían por los extremos de unas
paredes que realmente eran enormes ventanas enmarcadas en hierro negro. Pese al
reflejo y a la distancia podía distinguir algo del mobiliario, aunque
parcialmente, los estores y algunos paneles de colores rojos amarillos y azules, velaban la transparencia del
vidrio.
Carecía
de cubierta o de terraza, tan solo un alero de pizarra negra avanzaba desde un
lateral de la cristalina fachada, hacia el jardín enmarcado por los eucaliptus,
aunque el césped llegaba hasta los mismísimos ventanales, anclados a ras de las
losas de terracota que rodeaban la vivienda y sobre los que reposaban dos
sillones de estilo danés, bajitos, inclinados y con los asientos de cuerda-
estoy flipando –volvió a murmurar la decoradora sintiendo como su corazón volvía
a acelerarse como cuando descubrió los perfiles del Papa Bear en aquel mar de
escombro.
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