Confieso que hacia tiempo que deseaba trabajar para Alejandra y por fin llegó esa oportunidad la semana pasada.
- ¿Que tal, Pedro...?, mira, necesito una butaca para un cliente muy especial..., pero es que la quisiera entregar para dentro de tres semanas...., ¿como lo tienes...?.
- Enviame la foto por mail y te digo algo enseguida -le contesté.
Alejandra tardó poco en enviarme un correo con la fotografia de la butaca y descubrí que el vintage continuaba vivo y cautivando a los clientes.
Cuando vi las imagenes cabeceé tratando de adivinar el esqueletaje, tratando de ver debajo de la tela y al dia siguiente pusé una hoja de cartón sobre la mesa y empecé a dibujar, a imaginar sus formas y proporciones, a tratar de plasmar todo lo que habia imaginado, todo lo que habia tratado de ver en 3D en mi mente, en la oscuridad craneal del cerebro, llegando a creer en esa impresora organica que recreaba sus armazón proyectando un chorro de calcio que despues se endurecia dando forma al esqueletaje final..., que pasó de la imaginación a la mano y de ella al cartón para terminar surgiendo en madera,ya de vuelta a la realidad.