Existe el amanecer gracias al sol, esas primeras luces siempre me arrancan una sonrisa, me susurran que estoy vivo y que los vampiros se han recluido entre las sombras. Poco a poco, esas primeras luces se convierten en una luz intensa y ardiente que a partir del medio día incide sobre los viejos y resecos portalones del taller de esqueletaje.
Las caras que dan a la calle tienen una curiosa piel, de un tono extraño que, ni es madera ni barniz, realmente es la resina que durante décadas supuró de entre las tablas soportando el sol, día tras día, y que ahora se ha endurecido, que ya no resbala y que ni se pega a la manos, que ya no desprende olor.
Sin embargo, la cara oculta, la que da al taller, mantiene su color original, ya algo oscurecido, pero sin costras ni resina petrificada... una curiosa dualidad, como si esos portalones representasen a alguien viejo pero de espíritu joven, como si fuesen capaces de envejecer a distinta velocidad, como si la mente no concibiese la decrepitud fisica o la fatiga de la piel y de los huesos.
Viejos conocidos, el sol y la madera que se cubrió de resina para protegerse del fuego que a veces se enseñorea por el taller, buscando la cara oculta y vírgen de esos portalones, pero que se encuentra con otra madera que ha adquirido la forma de sillones o de sofás. En ese momento, los llena de una luz que me hipnotiza, me imagino que igual que hipnotiza al fotógrafo o al pintor... pero tiene su sentido, la luz y el calor es la vida.
Es verdad, Pedro; llegó la primavera valenciana con su sol más brillante.
ResponderEliminarY tú? Sigue con los “Osos” en el taller… Debes sacarlos al sol que ya pasaron la Fallas y fueron indultados…
Mil abrazos? (también para los osos…)
Marga CAriño, los osos se fueron a las islas Canarias y allí sol no les va a faltar y por cierto, ¿sabes que es lo que mas me gusta de la primavera valenciana...?, el aroma del azahar y el frescor agradable del amanecer. Besazosssss..¡¡¡¡¡
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