En aquella época veía la seríe y lo pasaba bien, pero desde hace algo más de un año sé algo más sobre ese decorado y sobre el apartamento de Frasier. Ahora sé que ese sillón giratorio tenía nombre y casi que una leyenda envolviéndolo, era la mítica Chaise Longue de los Eames.
Y todo ocurrió desde que abrí este blog, a partir de ese momento descubrí que existían modelos que tenían nombre, prestigio y fama. He descubierto que aquellos diseñadores y que aquellos ebanistas que daban forma real a los bocetos y diseños, trabajaron en armonía y sintonía, dando como resultado unas obras que siguen gustando y atrayendo, que siguen teniendo alma y personalidad, pese al paso de las décadas y pese al tormentoso ir y venir de las modas y tendencias.
Ahora mismo, soy capaz de ver esos modelos en los spot de televisión, soy capaz de reconocerlos en los escaparates o en las revistas y, a veces, los señalo excitado, presa de una curiosa emoción, casi con la emoción de un niño que se reencuentra con su mejor amigo tras el verano, cuando comienza el curso y los dos arden en deseos de contarse sus aventuras, aunque en mi caso no son aventuras lo que deseo contar, simplemente deseo narrar breves retazos de la historia que acompaña a esos modelos, como ocurrió hace unas semanas cuando descubrí unos sillones Wassily en el zaguan de la sede del PSOE en Valencia.
Mi amiga no dudó en atravesar las puertas y en acercarse a ellos mientras yo dirigia una mirada entre nerviosa y azorada al hombre que atendía la recepción.
- Eh, eh..., disculpe, pero es que hemos visto los sillones y... -traté de explicarme torpemente- es que, son de diseño y...
- Tranquilo, hombre, tranquilo...., podeís mirar lo que querais.
Pero yo no me pude callar y mi amiga ya se había sentado, sonreía plácidamente sentada sobre las cinchas negras de la mítica creacion de Breuer.
En ese momento, volví a vacilar y terminé volviendo a mirar al recepcionista y señalando a los sillones con el dedo, al tiempo que le explicaba que el sillón era un icono del diseño. Le conté como su creador se había inspirado en el manillar curvo de una bicicleta de la época, es decir, de los años treinta y que, desde entonces, ese sillón no había dejado de fabricarse. Recuerdo que el recepcionista asentía escuchando mi improvisada charla, pero lo mejor, es que pude percibir como el hombre empezaba a ver los sillones de otra manera, los empezaba a apreciar y creo que empezó a sentirse orgulloso de que esas piezas cromadas y negras le hiciesen compañía en el zaguan.
Aquella misma tarde descubrimos un modelo de Zanusso en una centrica tienda de Valencia y una pareja de sillones Swan en un restaurante de la calle San Vicente..., y recuerdo que me sentí bien señalando y contando la historia de esas piezas, lo poco que sabía sobre ellas pero que era suficiente para aportarles algo de vida a los ojos de mi amiga y para amenizar ese momento tras el cristal.
Y puede que por ese deseo de contar historias, decidí poner el cartelito pegado al copete de nuestro Poeten, para que todos los viandantes supiesen un poco más sobre ese armazón que durante dos días posó desnudo en la tapicería de los hermanos Gómez, junto a una réplica de la famosa número 45 también de Juhl.
Muy pocas veces se había dado esa casualidad, que en una tapicería coincidiesen dos auténticos ejemplos de diseño magistral, como el Poeten y la 45, ambos de Juhl..., el barrio y el mundo debían saberlo y yo deseé contarlo.
Y todo ocurrió desde que abrí este blog, a partir de ese momento descubrí que existían modelos que tenían nombre, prestigio y fama. He descubierto que aquellos diseñadores y que aquellos ebanistas que daban forma real a los bocetos y diseños, trabajaron en armonía y sintonía, dando como resultado unas obras que siguen gustando y atrayendo, que siguen teniendo alma y personalidad, pese al paso de las décadas y pese al tormentoso ir y venir de las modas y tendencias.
Ahora mismo, soy capaz de ver esos modelos en los spot de televisión, soy capaz de reconocerlos en los escaparates o en las revistas y, a veces, los señalo excitado, presa de una curiosa emoción, casi con la emoción de un niño que se reencuentra con su mejor amigo tras el verano, cuando comienza el curso y los dos arden en deseos de contarse sus aventuras, aunque en mi caso no son aventuras lo que deseo contar, simplemente deseo narrar breves retazos de la historia que acompaña a esos modelos, como ocurrió hace unas semanas cuando descubrí unos sillones Wassily en el zaguan de la sede del PSOE en Valencia.
Mi amiga no dudó en atravesar las puertas y en acercarse a ellos mientras yo dirigia una mirada entre nerviosa y azorada al hombre que atendía la recepción.
- Eh, eh..., disculpe, pero es que hemos visto los sillones y... -traté de explicarme torpemente- es que, son de diseño y...
- Tranquilo, hombre, tranquilo...., podeís mirar lo que querais.
Pero yo no me pude callar y mi amiga ya se había sentado, sonreía plácidamente sentada sobre las cinchas negras de la mítica creacion de Breuer.
En ese momento, volví a vacilar y terminé volviendo a mirar al recepcionista y señalando a los sillones con el dedo, al tiempo que le explicaba que el sillón era un icono del diseño. Le conté como su creador se había inspirado en el manillar curvo de una bicicleta de la época, es decir, de los años treinta y que, desde entonces, ese sillón no había dejado de fabricarse. Recuerdo que el recepcionista asentía escuchando mi improvisada charla, pero lo mejor, es que pude percibir como el hombre empezaba a ver los sillones de otra manera, los empezaba a apreciar y creo que empezó a sentirse orgulloso de que esas piezas cromadas y negras le hiciesen compañía en el zaguan.
Aquella misma tarde descubrimos un modelo de Zanusso en una centrica tienda de Valencia y una pareja de sillones Swan en un restaurante de la calle San Vicente..., y recuerdo que me sentí bien señalando y contando la historia de esas piezas, lo poco que sabía sobre ellas pero que era suficiente para aportarles algo de vida a los ojos de mi amiga y para amenizar ese momento tras el cristal.
Y puede que por ese deseo de contar historias, decidí poner el cartelito pegado al copete de nuestro Poeten, para que todos los viandantes supiesen un poco más sobre ese armazón que durante dos días posó desnudo en la tapicería de los hermanos Gómez, junto a una réplica de la famosa número 45 también de Juhl.
Muy pocas veces se había dado esa casualidad, que en una tapicería coincidiesen dos auténticos ejemplos de diseño magistral, como el Poeten y la 45, ambos de Juhl..., el barrio y el mundo debían saberlo y yo deseé contarlo.
Hola pedro.
ResponderEliminarEn el momento que cuentas algo de la historia que encierran algunos modelos, como bien dices, cambia la percepción de la pieza, como que cobra vida y tú lo haces de miedo... si te viesen tus profesores de historia, se darían con un canto en los dientes, jeje...
Un abrazo, Tapestry.
¿Sabes Tapesrty...?,jamás pensé que mi trabajo me iba a aportar todo esto de lo que estamos hablando ahora y ni que iba a desarrollarlo con la sinergia que poco a poco lo está envolviendo. Quizás falte el dinero, quizás falte esa carga de trabajo que te aporta seguridad a la hora de afrontar los pagos y el mismo coste de la Vida...,pero emocionalmente me está dando momentos muy gratos.
EliminarUn abrazo...¡¡¡¡, ah y mis profesores si es que posible que se disen con un canto,no fui un estudiante muy talentoso, je, je,je.