El invierno languideció antes de lo esperado y las cumbres nevadas comenzaron a mostrar su roca gris, a medida que la nieve y el hielo se fundían, derramándose, ruidosamente, desde los arroyos de la alta montaña hasta las praderas, en las que los pastos volvían a reverdecer.
La primavera se asomaba y los osos comenzaban a despertar en sus cuevas, hambrientos, famélicos y sin apenas grasa en sus cuerpos. Por éso trotaban desmañados y con los pesados pelajes deslizándose entre sus osamentas..., me habían visto y sabían que les tenía miedo, pero no era la primera vez que me enfrentaba a ellos, a los osos, al Papa Bear...., esta vez les estaba esperando.